23 jul 2010

El diario de mi golondrina

Hoy bajé hasta la puerta del infierno y llamé 7 veces, tal como indica el protocolo. Un tipo muy bien vestido abrió la puerta y me dijo que me esperaban. El tipo echó a andar por un laberinto de pasillos arriba y abajo. Yo lo seguí sin decir palabra. Después de incontables esquinas y escalones el tipo paró frente a una puerta, llamó 7 veces, tal como indica el protocolo, y marchó batiendo sus alas de negras plumas sin mediar palabra, ni tan siquiera un guiño de despedida.

Otro tipo, con tres cuernos, pero también muy bien vestido, me abrió la puerta y estrechó mi mano. Me invitó cortésmente a pasar y tomar asiento. Una vez instalados el tipo pidió a Marga que sirviese algo de té y unas pastas -Marga es su secretaria, una tipa de falda corta y generoso escote a la que le gusta maquillarse como la fulana barata que es, pero nunca lleva tacones-.

Hablamos del tiempo, de deportes, de existencialismo literario...y una vez acabadas las banalidades, empezaron los negocios. Me gusta ir al grano, así que fui claro, concreto y conciso.

-Quiero vender mi alma.

-A cambio de?

-Creo que se me gastó el karma, y quiero más.

El tipo de los tres cuernos se dirigió lentamente a la estantería de la derecha, sacó un dossier y se quedó un rato mirando. Leyó la página siete veces, tal como indica el protocolo. Volvió a sentarse y me miró a los ojos.

-Lamento informarle, caballero, que usted ya ha realizado esta operación 4 veces, con lo que ya debe tres almas más de las que posee. Tiene que pagarnos estas almas.

Así es como me convertí en asesino en serie.

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